En 2016 lancé un libro llamado “Marco Aurelio, Historia de una Madre y su Bebé en el Cielo”, que narra los sucesos acontecidos en el 2015 acerca de mí y mi segundo hijo Marco Aurelio, Q.E.P.D. Primero que todo tengo que decirles que escribir un libro nunca estuvo en mis planes y mucho menos de un tema tan personal como este. ¿Entonces, por qué lo hice? Simplemente motivada por un grupo de diversas personas que me lo propusieron al escuchar mi historia, y lo confirmé posteriormente en mis “conversaciones con Papá Dios”—que no son más que mis momentos de oración cotidiana. Al principio me sentía muy llena de cosas así que tuve que renunciar a muchas actividades, empezando por el WhatsApp que era la única red social que tenía, para así enfocar mi tiempo en cumplir ese encargo. Nunca sentí que el libro era para sanarme, o sea que no lo tomé como con un fin terapéutico, pero honestamente tengo que reconocer que escribir me ordenó la cabeza y por ende, mi historia; de ahí las recomendaciones de los psicólogos de los beneficios de escribir como método de sanación.
Al escribir en líneas mi experiencia, no solamente me conecté con el dolor, sino que también me hizo darme cuenta de muchas otras emociones que estuvieron allí, pero no las tuve tan presentes, ya que siempre hay una emoción predominante. Para muchas personas suele ser la tristeza la protagonista de historias como esta, pero podría sorprenderte que hay otras emociones más silenciosas que si las dejas aflorar, se pueden robar el show. Te invito a que revises tu historia e identifiques cuales son las tuyas. Con esto no pretendo juzgar la forma de llevar tu duelo, porque como siempre digo, cada persona lleva su duelo de una manera muy particular y ningún duelo es igual a otro.
Sentarse a escribir puede ser muy difícil ya que muchas veces no queremos volver a recordar algo tan doloroso y agobiante, pero hay una palabra que siempre me alienta y reconforta y está en la Biblia, en San Mateo 11:28 y dice así “Vengan a mí los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré”; y si estoy cansada y agobiada, le pido a Jesús ¡que se acuerde de mí!
Si me preguntan un consejo podría decir que si van a escribir traten de hacerlo libremente, sin restricciones, pero sabiendo de antemano que desde la gratitud nuestro cerebro activa los neurotransmisores que producen bienestar y que cuando alguien va a leer lo que escriban va a percibir esa sensación. Siempre al final de cada escrito me pregunto ¿esto construye o destruye? Hoy veo mi librito y podría decir que es un testimonio del amor de Dios para acrecentar la fe y la esperanza, porque a pesar de esto se puede vivir con alegría, agradecimiento y paz.
Para terminar, les tengo una buena noticia que vale para el duelo, como para otras circunstancias: las heridas emocionales bien trabajadas, uno las toca y llega el momento que ya no duelen…se integran a la historia.
Ahora, ¿estás listo para escribir tu historia?
Con todo mi cariño,
Mariangélica Lasso de Chang – Miembro de Huellas de Ángel | Panamá