Los que hemos experimentado una pérdida, ya sea de un hijo o de un ser querido, sabemos que sentirnos culpables por algo relacionado a su muerte es casi inevitable. Después de una pérdida, la culpa nos llena la cabeza de infinitas interrogantes y suposiciones: “debí hacer, decir, no hacer, no decir, preguntar…” o “si hubiera hecho o dicho x, y o z las cosas quizás hubieran sido diferentes”. Al sentirte culpable indirectamente estás poniendo parte de la responsabilidad de dicha pérdida sobre ti; como si por tus acciones o falta de ellas fueras el causante de lo que sucedió. Si bien es cierto que prácticamente todos hemos llegado a sentirnos así, también es cierto que no hay manera de saber qué hubiera pasado de haber hecho las cosas diferentes, y además, no hay manera de retroceder el tiempo y cambiar los hechos.
Estudios sobre el duelo han encontrado que los sentimientos de culpa no mejoran con el tiempo por sí solos; es decir, hay que trabajarlos. También, se ha visto que de no lograr resolver tus sentimientos de culpa estos pueden llegar a causarte problemas de salud física y/o mental; además, la culpa nos roba la posibilidad de sentir alegría y felicidad. La sociedad no nos enseña a enfrentar estos sentimientos, más bien, nos enseña a esconderlos y archivarlos. Entonces, ¿qué podemos hacer con ese sentimiento de culpa que nos invade y nos llena de tristeza?
Lo primero quizás es aceptar que es normal sentirlo. La pérdida nos genera un dolor tan grande, que queremos encontrar un culpable y comúnmente nos culpamos a nosotros mismos. Debemos comprender que de haber podido elegir, jamas hubiéramos elegido perder a nuestros bebés, y difícilmente nuestras acciones o decisiones fueron las causantes de la pérdida. Debemos intentar enfocarnos en el presente en vez de pensar en el pasado y en las cosas que lastimosamente ya no podemos cambiar. Es importante tratar de ver las cosas positivas que aún tenemos en nuestras vidas. Debemos entender que estar tristes y ser felices no son sentimientos exclusivos; es decir, podemos sentir tristeza por lo sucedido, pero también podemos volver a ser felices.
Finalmente, es importante conectar con personas que han pasado por un duelo similar al tuyo, ver que han sobrevivido te demuestra que tú también puedes lograrlo. Este es uno de los propósitos de la Fundación Huellas de Ángel, ayudar a padres que tengan que pasar por esa difícil situación. Estamos a las órdenes para apoyarlos. ¡Juntos podemos salir adelante!.