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Cristina de la Guardia de Berguido

Cristina de la Guardia de Berguido

Era mi tercer embarazo, ya teníamos 2 bellas niñas de 10 y 7 años.  Primera vez que averiguábamos el sexo del bebé, y qué sorpresa tan grande al enterarnos que sería NIÑO.

Todo caminaba perfectamente, quizás la única preocupación que pude tener, fue cuando en una cita de control, el doctor me dijo que el bebé tenía vuelta de cordón umbilical en el cuello, cosa que es muy común en los embarazos.  Semanas después, en otro ultrasonido se pudo ver que el bebé tenía dos vueltas de cordón.

La fecha probable de parto que me habían dicho era 27 de noviembre, día de la Virgen de la Medalla Milagrosa.  Soy una persona de mucha fe, así que le pedí mucho a la Virgen para que todo saliera bien y cuidara a mi bebé.

¡Llegó la semana 37, OH SORPRESA! La buena noticia de que ya no había vuelta de cordón, me fui feliz y tranquila para la casa, ya faltaba poco para conocer a mi bebé.

A la siguiente semana (38), me tocaba cita de control y fui acompañada de mi mamá.

Primero nos pasaron al cuarto de monitoreo donde las dos nos sentamos cómodas y la enfermera procedió a buscar los latidos del bebé para colocarme la banda, buscó y buscó, no los encontraba, después de varios minutos se empezaron a escuchar latidos a lo lejos, resultó que eran los míos porque estaba sumamente nerviosa.

Ella muy preocupada, fue a buscar al doctor, regresaron, me pasaron al cuarto de ultrasonido, encendieron la máquina, pasaron unos segundos y el doctor dijo lo que me quedará grabado en mi mente para siempre: <<está muerto>>.

El shock fue tan grande para todos, nadie estaba preparado para eso. Esperamos a que llegara mi esposo, papá, hermanas y familia. Decidimos por una cesárea, porque ya no tenía fuerzas para seguir sufriendo, tenía un dolor tan grande en mi corazón que no lo puedo explicar.

Todo fue tan rápido que tengo pocos recuerdos desde que me sedaron para la operación.  No recuerdo haber cargado a mi bebé por hora y media cuando estaba en recobro, no recuerdo su cara, no tengo un mechón de su cabello, no tengo foto con él, no sé cuánto pesó, ni cuánto midió, no tengo nada a qué aferrarme.  Sólo el último ultrasonido que me hicieron cuando estaba vivo a las 37 semanas, donde puedo ver su carita y lo bello que era.

Han pasado varios años del día más triste de nuestras vidas, del que quedamos con los brazos vacíos y el corazón partido. A pesar de tanto dolor, siempre supe que la muerte de nuestro bebé tenía un propósito: motivarme a ayudar a otras personas que pasaran por lo mismo.

No fue sino hasta años después, que por cosas del destino o <<diosidencias>> como le llamo yo, nos reunimos un 20 de agosto de 2018 y es cuando todo empezó, nace nuestro sueño, <<Huellas de Ángel>>.

Gracias Ricardo Alfredo por tu legado, nunca te olvidaremos.

Te amamos,  Papi, Mami, Gloria Isabel, Marta Estela y Carlos Fernando, nuestro bebé arcoíris que llegó a la familia en 2012.